martes, 20 de mayo de 2008

La decision...

Monterrey, N.L. a 4 de Mayo de 2008

Hace algunos días, se llevó a cabo la Primera Comunión de la más pequeña de mis hijas, hecho que de por si nos llenó de júbilo. Para tal ocasión y para aumentar nuestra felicidad, vino desde la Tierra de Gente Buena, una muestra de mi familia, en representación de todos los demás que no pudieron estar en persona -ausencias con presencia-. Vino mi Madre, mi hermana -la que siempre carga con mis rollos- y mi sobrina la más fresilla, quien fungió como Madrina de la celebrada.

Asistimos, presenciamos y disfrutamos de ese momento tan especial que es recibir, por primera vez el Cuerpo y Sangre de Cristo. ¡¡¡Sacó los cohetes por mi hija!!!

El otro día, mencioné a una sobrina quien junto con sus hermanos, habían tenido una vida con un grado de dificultad solo para profesionales y pensé por un momento que eran los únicos de mis familiares que habían sufrido. ¡Pues NO! Pues platicando, una noche anterior al evento, con mi sobrina (la que ahora es mi Comadrita y de quien hubiera pensado que llevó una infancia de ensueño y alejada de todo sufrimiento), me di cuenta de que nadie tiene la vida fácil y me hizo evocar una frase muy de mi Padre que decía: «sólo el que carga la saca sabe lo que trae adentro».
La primera vez que la escuché no me hizo clic. Sin embargo, unas cuantas caídas después, «me cayó el veinte» y entendí que a todos, sin excepción, de una manera u otra, la vida nos pasa rasero y sólo el que está pasando por su situación tiene todo el contexto y el detalle y los demás ni idea.

A algunos, les toca enfermedades; a otros, problemas económicos; habrá quienes sufrirán quizás con unos padres o hijos problemáticos o una infinidad de situaciones que parecieran salidas de una cámara de tortura, hay todo un catálogo infinito de posibilidades para todas las clases sociales, creencias, razas, «genders», etc.

Recuerdo también lo que un amigo, quien vive en tierras muy lejanas, me comentó alguna vez y que transcribo tal cual: «Será que mi idea de Dios ha estado cambiando con el tiempo, o que traigo muy metida en la cabeza una frase que leí hace poco: Si Dios quiere, pero no puede hacer el bien, no es omnipotente; si no quiere, pero sí puede, es malevolente; y si sí quiere y sí puede ¿es sádico entonces?...» En aquel entonces, opté por mi silencio, no tenía respuestas que ofrecer.
Sin embargo, la respuesta me llegó por medio de mi Comadrita, mucho tiempo después.

Total que mi Comadrita y yo agarramos un plática «bien sabrosa». Iniciamos con cosas triviales y divertidas y de pronto, sin darnos cuenta, comenzamos a ponernos serios y a tratar temas de adultos: crisis, broncas, conflictos, etc.
Yo evito tocar estos temas, me pongo «chinito» nomás de pensar en ellos, pero una cosa llevó a la otra y al final terminamos hablando «a pelo». En el momento más intenso mi neo-comadre me disparó una carga completa de preguntas, todas ellas de grado de dificultad pro: Tío –cuestionó la Fresilla- ¿Por qué hay personas que a pesar de haber vivido una infancia de machismo, alcohol, abuso, etc. cuando crecen se vuelven igual que lo que más odian?¿por qué parece como que estamos confinados a elegir a nuestro compañero muy parecido a lo que vivimos en nuestra casa? ¿Acaso no nos podemos escapar a nuestro «destino»? Muchas preguntas, mucha inquietud, pocas respuestas. Yonidea!

La mera verdad –le dije- he pensado mucho tiempo acerca de lo que preguntas y estoy convencido de que la clave en esta problemática radica en las decisiones que tomamos o en las que dejamos de tomar. Todo en la vida es una continua elección, ya sea desde las cosas más comunes: qué comer, que vestir, que leer; hasta las más sublimes: a quien amar, como seguir a DIOS, como ayudar a mi prójimo.
Lo más delicado del asunto, es que hay decisiones que se toman en «automático» sin darnos cuenta, como por ejemplo, la elección de nuestra «media naranja», en las que entran en juego aspectos que vivimos en nuestra infancia, en el seno familiar. Se dice que elegimos a nuestra pareja de acuerdo a lo vivido, como buscando recrear nuestro pasado en el  presente, para así, corregir los problemas de antaño. Ni los resolvemos, ah! pero eso si, repetimos la historia una y otra vez, ad infinitum.

Pero Tío –preguntó con inquietud- ¿es posible romper esta cadena?
¡Claro! Se puede romper esta cadena y todos los condicionamientos que tenemos pre-cargados en nuestro «sistema».
En el momento que tomamos conciencia de todas y cada una de nuestras decisiones somos capaces de romper viejos hábitos, controlar nuestras emociones, cambiar condicionamientos, modificar costumbres, en resumen y hablando en plata pura -como diría una jefa incomprendida que tuve- tendríamos la capacidad de cambiar nuestra vida toda y ser lo que nos plazca ser.

¿Cómo? –Siguió con más inquietud aún- ¿dice usted que todo en la vida es una decisión? ¡Correcto! Cada momento tomamos decisiones sin darnos cuenta, ese es el problema. No nos tomamos un tiempecito para decidir la mejor actitud a seguir. Estoy convencido de que SI podemos cambiar nuestra manera de ir por la vida, le llaman ahora programación neuro lingüística.

De pronto se unieron las piezas y todo hizo sentido: No es que DIOS no quiera o no pueda hacer el bien, lo que sucede tiene un alcance mucho más elevado, El decidió darnos un par de regalos divinos: libre albedrío y libertad de corazón. Así es, nos dejó a nosotros, con toda la imperfección que nos caracteriza, decidir todo en la vida. Libertad para elegir la manera de seguir a DIOS y libertad para elegir la manera de amar. ¡A Él le gusta que nosotros tomemos nuestras decisiones!

Y tu Lector Querido ¿vas a decidir o te quedarás indeciso?

Otra decisión más: se me fue otro amigo de mi trabajo, de hecho, una amiga, la más colorida. Está muy bien que se haya ido, duele un poco, pero era una elección que debía tomar hace mucho tiempo y como que nomás no se animaba. Bien por ella, estoy seguro que si hace lo que sabe hacer, le va a ir muy bien. ¡Saco los cohetes!


Lector Querido, para que siempre tomes conciencia de tus decisiones, ¡un abrazo!

El Escribidor

sábado, 10 de mayo de 2008

A mi Madre...

A MI MADRE…

Monterrey, N.L. a 10 de Mayo de 2008


¡Mamá –emití un tremendo alarido entremezclado con la sangre y el miedo- me caí!. Mi Madre, al verme envuelto en sangre por tremendo descalabro (de la vida y de los maloras compañeros de juego) tomo el primer trozo de tela que encontró, lo colocó encima de la herida con todo el amor que solo una Madre puede tener y se encaminó a la Cruz Roja más cercana, conmigo en brazos, tan rápido como se lo permitieron sus piernas (¿Por qué no tomó un taxi? Es un enigma todavía no resuelto). ¡nopasanada!

Mamá, estoy enamorado de una chica –le dije, lleno de emoción, a mis trece años- y me quiero casar con ella. Su respuesta (parecía que se sabía todas) llena de calma y de amor, vino directa y concluyente: Ah! ¿Y con qué la vas a mantener? Silencio absoluto. Sueño disuelto sin ningún dolor. ¡nopasanada!

Mamá, me quiero ir a estudiar a Monterrey. Mi hijo, está bien. Ya veremos como hacerle para que te vayas. Oye –le dije- pero a lo mejor no regreso. No me lo dijo, pero sé que le dolió. Muy bien, es la ley de la vida. ¡nopasanada!

Mamá, me voy a casar. ¿Puedes decirle a mi Papá si vienen a pedir a mi novia?
¿Estás seguro? –Su pregunta perseguía evitarme dolores innecesarios-. Si Mamá. Bueno, avísanos cuándo será para poder decirle a tu Papá e ir a Monterrey. ¡nopasanada!

Mamá, vamos a tener un hijo –le dije todavía nervioso por la noticia totalmente inesperada- ¿cómo ves? Muy bien –contestó con una voz sinceramente emocionada- ahora vas a tener mucho más responsabilidades. Cuida mucho de tus hijos y ¡quiérelos mucho!. ¡nopasanada!

No quiero imaginarme que hubiera sido de mí si mi Madre no hubiera estado presente a lo largo de mi vida. Sin embargo, de lo que si estoy seguro es que mi carácter, mis sentimientos, mis principios y mi voluntad para seguir adelante en la vida, no serían los mismos sin el ejemplo que ella es para mí. No es que ella siempre me solape o acceda a todas las cosas que se me ocurran. Más bien, ha sabido ser una excelente escucha, el mejor de los confidentes, una consejera desinteresada pero sobre todo, calma en la tormenta. ¡nopasanada!

Cuando veo a mi Esposa, veo una Madre que, a su propio estilo, sabe ser como mi Madre lo fue para mí, pero obviamente con mis hijos: es confidente, escucha, consejera y calma en la tormenta, ¿Será que al nacer mujer DIOS las manda con un software que se activa con la Maternidad? ¡Bendito sea DIOS! ¿Te imaginas, Lector Querido, un mundo sin Madres? ¡Ni Madres!

A mi Madre en este día, ¡DIOS te bendiga y te tenga muchos años más junto a tus hijos que te aman! ¡Te amo Mamá!!

A mi esposa, Gracias por ser esa Madre para mis hijos, ¡Te amo!

A ti Lector Querido, un abrazo para ti y para tu Madre!!!

El Escribidor

Quema de Libros (Coronavirus parte II)

Siguiendo con este asunto de la pandemia y haciendo sumas y restas, me he dado cuenta de que hemos sufrido de todo tipo de afectaciones. Nos...