No sé qué me molesta más, si ver una y otra vez los mismos capítulos de CSI: Miami –que habiendo cientos de ellos, siempre pasan los mismos cinco– o escuchar por todos los medios y redes sociales, una y otra vez las mismas noticias pesimistas y los mismos discursos consoladores.
Tiro por viaje, se presentan diferentes expositores en
variadas plataformas y conferencias y como que ya se les acabó la inspiración y
no salen de los mismos temas trillados. Que si el Covid; que si la nueva
normalidad; que si la crisis económica producto de la pandemia. Total, puros
dramas.
El colmo fue escuchar de un tipo que habló del nuevo orden
mundial. Inmediatamente vino a mi memoria esa teoría conspirativa que habla que
un grupo pequeño de individuos, forrados de lana, que tiene entre sus
pendientes crear un gobierno único para llevar las riendas del mundo. Hagan de
cuenta como un titiritero manejando con sus manos los hilos de todos los
gobiernos del planeta.
Por un momento me emocioné y hasta una lágrima corrió por mi
mejilla. Por un momento me imaginé recetándome una disertación original sobre
un tema sumamente interesante para mí.
Pero no, el tipo no hablaba para nada de los Illuminati ni
de los Masones, hablaba de un nuevo orden para hacer las cosas. Pan con lo
mismo.
Quiero proponerles algo a todos los expositores, líderes,
padres de familia, sacerdotes, compadres, señoras –si leíste bien, incluí a esa
especie tan peligrosa– ¿Cómo ven si de aquí hasta nuevo aviso, nos dedicamos a
facilitarnos la vida unos a los otros? ¿Qué tal si ahora en lugar de transmitir
noticias desastrosas y desalentadoras, nos damos a la tarea de dictar discursos
motivadores? Es más, hasta les acepto que en lugar de pasar noticias negativas,
pasen memes o chascarrillos. Se vale.
No estoy hablando de una campaña sensiblera y cursi, me
refiero más a mentalizarnos y reprogramarnos para que cada vez que abramos
nuestra boca sea para sumar y no para restar.
Escuché en otra video conferencia a un tipo hablando de que
de esta crisis deberíamos salir más ágiles, más inteligentes y más esbeltos. Me
gustó. Déjenme les platico un poco más. Voy a tratar de dar mi interpretación
porque su comentario iba más enfocado a las empresas del nuevo orden mundial.
Una vez que todo esto concluya, o al menos amaine un poco
más, un nuevo Yo debería surgir. Se supone que este confinamiento nos ha
llevado a realizar actividades nunca antes vistas, mucho menos esperadas y a
veces hasta no deseadas. Como dijo el pollo: vamos al grano.
El nuevo Yo debe ser más ágil en el sentido de la urgencia y
de la reacción. Individuos más prestos a la acción ante las posibles amenazas
futuras y ante una posible nueva adaptación. No significa que solamente debemos
esperar desventuras en el futuro, pero también debemos ser ágiles para detectar
y aprovechar las oportunidades y a adaptarnos a nuevos tiempos de bonanza.
Más inteligentes, dado que el confinamiento nos hizo
explorar áreas de nuestra vida y por ende de nuestro cerebro que normalmente
estaban idiotizadas por el tren de vida del confort y del placer. La
creatividad se detonó ante los retos que se nos presentaron y nos hizo crear
nuevas rutas neuronales y nos hizo crear de maneras nunca antes esperadas. En
un tris, nos hicimos más inteligentes y nos reivindicamos con nosotros mismos dando
marcha atrás a una vida robotizada de años.
Y finalmente más esbeltos, no solamente en nuestro cuerpo
–aplica para la gente que se metió de lleno a hacer ejercicio para cuidar su
salud- sino en nuestra vida. Nos dimos cuenta que en realidad no se necesitan
tantas cosas superfluas que el consumismo ya nos había convencido que eran
necesarias.
Recuerdo alguna vez haber escuchado a una compañera de
trabajo decir que le urgía ir a Mc
Allen porque necesitaba comprar ropa.
Qué necesidad tan vana. Quizás lo que quería decir en
realidad era: mi Yo consumista me insta a comprar ropa y yo no encuentro otra
manera de satisfacerlo que obedeciéndolo.
Por ahí hay una frase que me gusta y que se la adjudican a
San Francisco de Asís, no me consta que sea de él, pero igual suena
románticamente atractiva. Dice: Tengo poco y lo poco que tengo, lo necesito
poco.
Deberíamos salir más esbeltos de todo este rollo
deshaciéndonos de todo el bagaje que hemos cargado por años. Debemos tirar a la
basura rencores, envidias, prejuicios, costumbres, mañas, etc. para salir de
verdad más esbeltos internamente.
Me encanta la perspectiva de renacer a una nueva vida
social. Pongámonos manos a la obra y estoy seguro que entre todos si andamos
haciendo un cambio. ¿Quién dice yo?
Lectora, Lector Queridos, vamos a esforzarnos por salir de
este desgarriate más ágiles, inteligentes y esbeltos, yo les echo porras.
El Escribidor
Monterrey, Nuevo León a 27 de mayo de 2020