Monterrey, N.L. a 26 de Abril de 2012
No
se si te ha pasado, Lector Querido, que cuando una persona ya sabe que se va
(de tu vida, de la compañía, de la escuela, de la casa) se convierte en un
individuo cien por ciento adorable. Suele suceder, que los grandes problemas de
interacción, de convivencia o de desempeño, se vuelven de pronto nimios y
triviales.
Pues a mí me está sucediendo exactamente eso, en este preciso instante, un colaborador se va (no motu proprio, más bien como que le dieron una ayudadita) y la verdad, se comporta de tal manera que hasta he tenido la tentación de decirle: ¿sabes qué? mejor quédate. Pero me aguanto como los meros hombres, porque el proceso de casi dos años – y que desencadenó en este resultado- trabajar con él fue haz de cuenta como ir de subidita, cargando un fardo de cien kilos en la espalda y sin pararse a descansar. Mi voluntad y mi espíritu de lucha están exhaustos, ¿ya pa´ qué?
Mi
colaborador, a raíz de decidió separarse, se ha vuelto una persona proactiva, amable a
más no poder, seguidora de las reglas y sobre todo, orientada a los objetivos y
yo digo: ¿ya pa´ qué?
Yo
no estoy en contra del cambio, al contario, son un apasionado creyente de que
la renovación es la constante de la vida y del humano. Pero la verdad, llega un
momento que por mucho que cambies, queda detrás de tí una estela de destrucción. ¿Ya pa´ qué?
Asimismo, considero que cuando no te queda nada que
perder, debes arriesgarlo todo. Más sin embargo, la decisión está tomada, ¿ya
pa´ qué?
Casi
de inmediato viene a mí una pregunta: si eres capaz de lograr toda esta
evolución en tan solo semana y media, ¿por qué razón no te adaptaste desde el
comienzo? Es una pregunta retórica y no espero ni quiero una respuesta. Más
bien, es como un monólogo que me invita a analizarme, por aquello de que no te
entumas –diría mi padre- no vaya a ser que yo tampoco esté adaptándome lo
suficiente y tarde o temprano, corra con la misma suerte.
Por
lo pronto, yo voy a mandar hacer una vitrina en mi casa que diga: “Rómpase en
caso de emergencia”. Dentro colocaré algún libro que me recuerde la importancia
de renovarse o morir (yo voy a poner: ¿Quién se ha llevado mi queso?, Spencer
Johnson, M.D. Ed. Empresa Activa). Cuando sienta que me estoy acomodando en mi
zona de confort, romperé el vidrio y leeré el libro. Espero retomar el rumbo a tiempo, antes de mi ¿ya pa´ qué?
Te
invito Lector Querido, a revisarte con toda sinceridad y a fondo, te invito a
poner una vitrina en tu vida, ¿Qué libro pondrías tu? ¿Necesitarás romper el
vidrio en este momento?
El
Escribidor
PD.-
¿ya leíste?