domingo, 30 de marzo de 2008

Soy Conformista...

Monterrey, N.L. a 30 de Marzo de 2008

Querido Lector, mil disculpas por no haber escrito en tanto tiempo, lo que sucede es que entré en un «desierto» y he estado esperando respuestas, pero de pronto me llegó un viento de inspiración y ya me dieron ganas de escribir de nuevo.

Hace algún tiempo, una persona muy querida por mí, me calificó diciendo que yo era una persona muy conformista. En ese momento, me agarró fuera de lugar y permití que aquello me afectara, dado que para mí, esa palabra era sinónimo de mediocridad. Para estar más en contexto, en ese momento yo estaba pasando por el momento más difícil de mi vida y cualquier crítica, viniera de quién viniera, me afectaba de sobre manera, ¡Cuánto más me afectó viniendo de alguien cercano a mí! En ese tiempo, se abrieron muchas heridas y hubieron muchísimas pérdidas de todos los tamaños y en todos los sentidos, solo DIOS sabe que fue una época realmente llena de espinas y de puro caminar cuesta arriba.

Han pasado varios años de ese momento, esa crisis ha quedado atrás (me refiero a ese momento de mi vida), todavía estoy en el proceso de curar heridas viejas y de restaurar pérdidas. Falta mucho, pero doy gracias a DIOS porque el camino es más llano y soplan vientos de ventura.

Es justo ahora que me doy cuenta que si sobreviví esos momentos, con el alma intacta y con el corazón tan solo un poco apachurrado, es debido a que DIOS siempre estuvo a mi lado, siempre contestando a mi llamada, atendiendo mi súplica y escuchando mi clamor, pero ¿saben una cosa? En la parte que me tocó a mí, hubieron esencialmente dos etapas: una, cuando me resistía a todos los males que me pasaban y vivía bajo un continuo desgaste preguntándome ¿por qué me sucede esto? sin lograr cambiar las cosas ni mi realidad. Dos, cuando aprendí el arte de conformarse, que no es otra cosa que aceptar lo que nos sucede como es y no como quisiéramos que fuera; es decir, aprender a fluir tal como lo hace el agua, el elemento más poderoso que existe y nada se resiste a su fuerza y es capaz de perforar la roca más dura gota a gota. Conformarse se volvió para mi la mejor opción y la mejor acción, permitiéndome trabajar duro por lo que yo tenía que hacer, dejando el resto a DIOS. Es decir, co-formándome con mi realidad logrando tener paz, sosiego y sobre todo, sabiendo que el resto ya sólo depende de ÉL.

No digo que una vez que pasó mi crisis ya todo es miel sobre hojuelas, lo que quiero compartirte, lectora, lector queridos, es que ahora que reconozco que soy conformista, no me resisto a las crisis y créeme, a pesar de que he tenido algunas, ya no logran hacerme heridas profundas, ni apachurrarme el corazón como sucedía antes. Ahora, tengo más Paz en mi vida y la plena convicción de que DIOS es mi Pastor y nada me faltará.

Lector Querido, que la paz sea contigo y un abrazo de conformidad!!! recuerda: las cosas son como son y no de otra manera!


El Escribidor

sábado, 5 de enero de 2008

Leven Anclas



¡Leven Anclas!!

Monterrey, N.L. a 5 de Enero de 2008


Si bien no soy vecino del mar, lo conozco, y las pocas veces que lo he visto me han bastado para gustar de él y para añorar en regresar. Yo creo que tiene que ver con el hecho de que, ante un espacio abierto tan grande, de alguna manera se me figura como que así es la libertad y de igual manera, así es la vida misma

En ese marítimo pensamiento, viene a mí la imagen de un barco como el vehículo para navegar en esa independencia y depende de cada quien el tipo de barco con el que navegaremos: hay quien navega de una manera poética y elegante disfrutando de su libertad y dependiendo de alguna manera, de cómo sople el viento, como en un barco de velas; o por qué no, hay quien lo hace en un yate, porque encuentra más deleite en el trasporte que en el mar mismo; o hay quien lo hace de una manera austera, como en una barca utilizando remos, completamente a merced de las olas, y existen los que les gusta pasar por la vida sin ser advertidos, como en un submarino.
Si el mar representa nuestra vida y el barco la manera de vivirla ¿qué representan las anclas? Porque todo barco tiene de una a tres, dependiendo del tamaño del mismo. Pues bien, para mí, las anclas representan todas las cosas que impiden a la embarcación moverse del lugar donde se encuentra. Existen diferentes tipos de anclas y de muy diversos tamaños, entre otras: la rutina, el odio, el fastidio, la mediocridad, la apatía, el aferre y las más grandes de todas: la desidia y el miedo. Ahora bien, las anclas pueden aparecer en cualquier momento de nuestra navegación, inclusive a veces ni siquiera nos permiten dejar el puerto.
No es que las anclas sean malas, siempre en la vida debe existir un tiempo para descansar, sobre todo, antes de cambiar de rumbo, y es ahí donde necesitamos que nuestra nave esté segura y sin moverse. El dilema viene cuando llega el tiempo de zarpar y las anclas nomás no se levantan.
Existe una frase muy conocida que viene al caso, se dice que el capitán grita: “! Leven anclas!” y la tripulación debe obedecer de inmediato y así, la nave deja el puerto.

En este momento, Querido Lector, ¿ya dejaste el puerto? ¿Estás anclado aún o ya van camino a tu nuevo destino?

Un abrazo y ¡Leven anclas!

El Escribidor

martes, 1 de enero de 2008

¡Feliz Año 2008!

Monterrey, N.L. a 31 de Diciembre de 2007

Es que el humano es tan necio que aprendió a medir algo que ni siquiera existe, el tiempo, y le dio nombre de acuerdo a su unidad de medida e inventó los segundos, minutos, horas, los días, los años, etc.
Es más, no contento con incluir un parámetro de por si estresante, inventó además una máquina para que le estuviera recordando a cada momento que el tiempo transcurría.
Es el año una de esas unidades de medida que representan 365 unidades de una menor llamada día, a su vez cada una de estas incluye en su haber 24 horas y así sucesivamente.

Hoy toca celebrar un cambio de año. En realidad, físicamente no existe, todo más bien es como que un alucine mental que nos sirve para delimitar esa porción de tiempo y es una costumbre celebrar el fin de uno y el inicio de otro.
Esa transición anual puede servirnos para muchísimas cosas, desde lamentarnos por todo lo que hicimos o dejamos de hacer, hasta para celebrar por las cosas que hicimos bien y por los logros que alcanzamos.

Yo más bien creo que es un punto de inflexión que puede servirnos, entre otras cosas,

Para revisar nuestra relación con DIOS y cambiar lo necesario para apegarnos a Su Senda y seguir Su Camino,

Para analizar a conciencia cada uno de los actos realizados para con nuestra persona, cuanto nos quisimos, cuanto crecimos espiritualmente, cuanto aprendimos,

Puede servir además, para revisar cuanto quisimos a nuestra familia y amigos, cuanto crecimos en nuestra relación con ellos, cuanto les dimos de nosotros,

También ayuda para replantear todos los errores y fracasos para tomar de ellos lo mejor y potencializarlos en oportunidades,

Por último, podemos establecer compromisos con nosotros mismos para con nuestra persona, nuestra familia y la gente que nos rodea, claro, desde una óptica realista y alcanzable y sobre todo, agradecer por todo y a todos por cada regalo recibido.

Hay un refrán que dice: “El hombre propone y DIOS dispone”, no estoy de acuerdo, es un punto de vista de alguien que cree que DIOS y el hombre tienen horizontes diferentes. Yo lo replantearía así: “Si el Hombre propone en DIOS, dispone”

Lector Querido, que este 2008 represente para ti un año de pleno acercamiento al Señor,

Un abrazo y Feliz año nuevo!!!!!!!!!!!!

El Escribidor

lunes, 24 de diciembre de 2007

Feliz Navidad!

¡Feliz Navidad!

Monterrey, N.L. a 24 de Diciembre de 2007

Lector Querido,
Escribo estos renglones siendo las 18:37 hrs. Dos pollos rellenos me esperan en el horno para que los bañe en jugo naranja, hasta quedar bien doraditos (como dice la receta).
Espero mantener la continuidad del artículo porque entre la vuelta y vuelta del pollo, mi atención dividida en mis críos (que no dan lata, son muy activos porque están muy sanos) y la propia emoción de este día, no les prometo nada.

Es que la Navidad, como celebración social o como celebración religiosa, tiende a causar diferentes tipos de reacciones entre la gente y es de eso es de lo que quiero hablarles, mejor dicho, escribirles.

Están los que encuentran en estas fechas un pretexto para intentar llenar el hueco que sienten con regalos, viajes, pachangas. El medio (regalo) se vuelve un fin y lo único que les queda al final de todo son deudas y crudas, físicas y espirituales. No es que me disgusten esas cosas, pero creo que hay un tiempo y una medida para todo. Como dice mi Madre, ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre…

Están los que podría denominar “Grinch”, los que tiene fobia o aversión a la Navidad, ya sea porque su religión se lo indica o son libre pensadores en este respecto y simplemente porque la mosca vuela, la Navidad viene a ser algo así como una tortura kármica con la que parece que están pagando deudas de otras vidas. Se la pasan luchando literalmente contra toda la alegría que rodea esta época y pareciera que todos se ensañan con su paz. Nohayqueser!! Un poco de alegría no le hace mal a nadie.

Están los que les gusta la Navidad pero tienen miedo que se vuelva una fiesta comercial (como un Sacerdote amigo de una amiga) quien en una carta mensual comenta: “Ni en hablar de las superficiales y transitorias alegrías de tan atractivos colores de lo árboles artificiales y de los frágiles adornos navideños”. Y estoy de acuerdo con él ya que la Navidad es una oportunidad para recordar que lo que estamos celebrando es un cumpleaños, el de Jesús, y que si lo olvidamos, la fiesta no pasa de ser sólo eso, un festejo hueco y sin sentido.


Yo te invito a que vivas estas fiestas como quieras, sin olvidar que es precisamente época de fiesta, no olvides al cumpleañero (Jesús) y sobre todo, puede ser un excelente pretexto para darle gracias a EL por todas las bendiciones recibidas en este 2007.

Lector Querido, en esta Navidad, que DIOS nazca en ti,

Un abrazo,

El Escribidor

domingo, 2 de diciembre de 2007

Ten cuidado porque te castiga DIOS…

Ten cuidado porque te castiga DIOS…

Monterrey, N.L. a 2 de Diciembre de 2007

Así comenzaba su discurso la menor de mis hermanas, cuando quería convencerme de no hacer algo (o de hacer algo, según fuera su conveniencia) y yo, inocente pobre amigo, le creía; ¡como no le iba a creer si era mi hermana que me quería mucho (según me decía)! y que siempre buscaba lo mejor para mí (ajá!). Total que viví mi infancia cuidando no hacer cosas que hicieran enojar al SEÑOR porque si no, pobre de mi!!! y dicho sea de paso, dejé de hacer muchas cosas, que estoy seguro, hubieran sido de su agrado.
Seguí creciendo y cuando las cosas iban mal, pensaba para mi mismo: “es que DIOS me castigó” y cuando iban bien, pues, fue chiripa y tuve suerte.
No fue sino hasta ya entradito en años, cuando me percaté que la vida funcionaba de otra manera y que la verdad, eso de que DIOS se la pasara poniendo estrellitas, a los bien portados y manazos, a los mal portados, me parecía una idea de lo más absurda. Y no fue hasta el momento, que yo considero que tuve mi encuentro personal con DIOS, cuando me di cuenta que a ÉL le importa más que caiga y que me levante, que castigarme cada vez que me caigo.
Entonces comencé a leer aquí y allá, buscando una explicación convincente para todas esas ocasiones cuando pasan cosas duras (que a veces parecen castigos divinos o desquites celestiales) y me encontré con un concepto que viene de la India y que a mi gusto, refleja de una manera más atinada el porque suceden este tipo de cosas: El Karma. Dice uno de sus muchos conceptos: Es la ley del crecimiento psico-espiritual que involucra una reacción igual y en sentido contrario para cada acción. Si la acción es buena, la reacción es buena; pero si la acción es mala, la reacción es mala. Ah!! Ya entendí! –dije para mí-.
Las cosas tomaron sentido: si estudio, paso; si no, repruebo. Si soy tragón, estoy panzón; si no, flaco. Si me cuido, tengo salud; si no, me enfermo. Si mal administro el dinero, nunca me alcanzará. Si no cuido mis cosas, terminarán por dañarse y perderlas.
Si no pago mis deudas, me perseguirán los acreedores. Si vivo peleando, tendré mucha violencia en mi vida.
Pero también, si soy caritativo, nunca me faltará nada. Si soy amable, los demás serán amables conmigo. Si soy trabajador, siempre tendré prosperidad, etc.

Y cada vez más, me di cuenta que a cada mala acción nuestra, recibiremos una revancha negativa en contra. Pero, si la acción es positiva, hay una positiva a nuestro favor.

Ok! Ya se lo que sucede a cada acción mía, pero, ¿Qué papel juega DIOS en esto?
Bueno, lo más maravilloso de esto es que DIOS está encima de todo y que basta con que tengamos Fe y un arrepentimiento auténtico, para que podamos escapar al rebote negativo de nuestros actos. Se que esto va a levantar polvo, pero antes de que me apedreen, quiero dejar bien claro, se trata de una actitud de arrepentimiento por haber actuado mal y de una búsqueda de la ayuda y del perdón de DIOS.

Hoy me doy cuenta que como me va en la vida es producto de mis acciones, sin embargo, se que en cualquier momento puedo aspirar a una mejor estadía si volteo mi mirada hacia DIOS.

Lector Querido, para que siempre analices tus actos con los Ojos de DIOS, un abrazo

El Escribidor

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Mira manita, yo que tu…

Monterrey, N.L. a 21 de Noviembre de 2007

Es una frase que francamente hace que me hierva la sangre, déjenme te explico porque.

A todos nos sucede que en algún momento de la vida, no sabemos ni donde es arriba ni donde es abajo.
Hablo de ese momento donde nos encontramos ante una encrucijada que nos tiene completamente desconcertados y que, cual neblina en carretera, no nos permite ver más allá de nuestras narices.
Me refiero a esos momentos de completo desconcierto y total incertidumbre que hacen que nuestra vida se congele repentinamente ante la duda. Ya sea que tengamos un problema ante el cual tengamos que tomar una decisión dolorosa; o puede ser que estemos ante una disyuntiva que cambiara nuestra vida; a lo mejor estamos frente a una bifurcación que afectará a varias personas alrededor nuestro; en fin, sea cual fuere el caso, el punto es que estamos en un instante donde somos tan sensibles que hasta el aire nos cala.

Y entonces, de no sé donde (yo creo que de alguna alcantarilla mal cerrada) aparece una señora con su frase hecha: “Tu cuéntame, manita, soy toda oídos” (o su versión masculina: “Te escucho, compadrito”) y con una enorme labia (que ya envidiaría cualquier político) hace que la persona en crisis abra su corazón, y le cuente su problemática, pensando que está abriéndose ante una persona de confianza; más frases hechas: “Descuida, tus secretos están a salvo conmigo, para eso somos amigas”.
Y viene lo más grave del asunto: “Mira manita, yo que tu…” dice la “consejera” y le entrega una recomendación totalmente falta de compromiso, de empatía y de análisis previo, nomás así lo primero que se le viene a la cabeza sin más reflexión ni más nada. Y con una actitud irresponsable y “con la mano en la cintura” puede recomendar cambiar de trabajo, dejar al marido, divorciarse, cambiar a los hijos de colegio, demandar al patrón, etc., etc., etc. sin dimensionar la magnitud de dichos actos.
Dependiendo de la madurez y del grado de la crisis que esté viviendo el “aconsejado”, puede o no tomar la sugerencia, sin embargo, es alto el nivel de impacto de ese “consejerillo” irresponsable dado que normalmente son personas allegadas.
Y remata con un “tu aviéntate, yo te apoyo” pero, ¿saben cuánto dura ese apoyo? Lo mismo que un dulce a un niño, ¡Nada! Después de que la decisión es tomada, los consejeros se desentienden completamente del asunto y a lo sumo, se acercarán a preguntar: “¿y finalmente como te fue?”.

Yo no estoy en contra de aconsejar a los demás en esos momentos de vacilación, pero creo que nuestra actitud debe ser mayormente de escucha, de empatía y sobre todo, antes de emitir cualquier opinión, debemos pedirle DIOS luz al aconsejar, para que nuestro parecer refleje completamente los designios de ÉL y no nuestra miseria humana. Y debemos estar conscientes que el aconsejar lleva consigo un compromiso, el de asumir una postura de ayuda ante las situaciones que pudieran generarse a raíz de nuestra recomendación.

Ya he comentado otras veces que Carlos G Vallés es uno de mis autores favoritos, quiero transcribir un párrafo de su libro Gustad y Ved, Los Dones del Espíritu, Ed. SAL TERRAE donde habla del Don del Consejo:

“Este es el gran servicio que podemos darnos unos a otros ayudarnos a vivir con ayudarnos a tomar decisiones en la vida. La palabra oportuna, el consejo leal, el momento de luz cuando todo era oscuro, la alternativa inesperada cuando nadie veía solución. Y el escuchar callado, reverente, largo y atento cuando alguien habla en confianza de su lucha con la existencia, de su desilusión ante el amor roto, de su duda ante el futuro, de su desánimo o de su confusión. Silencio que puede ser el mejor consejero ….”

Lector Querido, para que siempre tengas un corazón presto a escuchar y apoyar, un abrazo

El Escribidor

lunes, 12 de noviembre de 2007

Cambia, todo cambia…(tengo miedo parte I)

Monterrey, N.L. a 15 de Octubre de 2007


Así dice una canción y así dice la vida. Y al que no cambia, lo cambian.

Dios nunca es igual, siempre está cambiando, nunca se repite, siempre es nuevo. Como dice en Apocalipsis 21:5 He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.

Dios es vida y movimiento a la vez.

Y la vida, nunca es igual, siempre está cambiando, nunca se repite, siempre se renueva.

¿Han notado Lectora, Lector Queridos, que cuando el agua se estanca, se pudre? y que decir de la sangre, siempre ha de estar en movimiento o se coagula.

Entonces, ¿por qué el hombre se aferra a estancarse siempre en un solo sitio? ¡Sepa!

Sucede que cuando llega el momento de realizar algún tipo de cambio a la mayoría de las personas les entra un miedo de aquellos en gran medida por lo incierto de lo venidero. Yo le llamo miedo primario que viene a ser cuando salimos de nuestra «zona de confort» y nos aventuramos -a fuerza del cambio mismo - en una tierra desconocida. Ya sea porque nacemos, crecemos, nos casamos, nos separamos, trabajamos, dejamos de trabajar, envejecemos, morimos, es decir, cada situación de nuestra vida conlleva un cambio y normalmente nos da « cus cus».

A pesar de que ese movimiento nos pudiera llevar a situaciones más prósperas y beneficiosas, nos aferramos y nos resistimos; y muchas veces, termina sucediéndonos como a los grandes árboles cuando sopla el viento fuerte, terminamos por resquebrajarnos. Deberíamos seguir el ejemplo de la hierba que ante un temporal, se dobla pero no se rompe.

Resiliencia es la palabra, la cual no es otra cosa que «aguantar vara».

Hay cambios que vienen patrocinados por la vida y ahí no hay de otra que que apechugar;
en cambio, otros nos los recetamos nosotros mismos. Los primeros hacen acopio de nuestra capacidad de adaptación y de nuestra fortaleza. Los segundos, aunque pudiéramos pensar que son más calculados, tienen el factor humano que suele provocar resultados completamente inesperados, a veces salen bien y terminamos en un mejor lugar pero a veces nos falla y nos «va como en feria».

Permítanme mencionar un aspecto más del cambio: siempre va para adelante, nunca para atrás. Aunque en un arranque de terror optáramos por «rajarnos», no hay marcha atrás.
Ni las circunstancias, ni las personas, ni los momentos, pero sobre todo, ni la comodidad perdida se pueden recuperar. A palo dado ni Dios lo quita. Posyaque!

Hoy quiero dedicar mi artículo a una de mis hermanas, ella, en un cúmulo de valentía y de miedo - valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo tiene y lo enfrenta- decidió tomar un camino para nada sencillo. Tomó la decisión de hacer algo que le permitirá vivir de pie y con la mirada en alto. Yo en su lugar, temblaría como gelatina.

Pero estoy seguro que las cosas irán por un camino que en el peor de los casos, será mucho más pleno y lleno de satisfacción que el otro. ¡Saco los cohetes!

¿Sabes una cosa Lectora, Lector queridos? Resistirnos al cambio no impedirá que la vida siga su curso, lo único que provocará en nosotros es una enorme angustia y un terrible desgaste porque las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran. Me vi muy Zen pero así es.

Por eso, siempre a mí me gusta dejar en manos de ÉL el ritmo de la vida y yo me quedo con la obligación de disfrutar cada momento…Yo «flojito» y cooperando.

Hay una oración muy popular que a mí me gusta mucho y que resume exactamente lo que con muchas palabras quise transmitir:

Señor, dame valor para cambiar las cosas que puedo cambiar,
Serenidad para aceptar las que no puedo
Y sabiduría para distinguir la diferencia.

Lectora, Lector Queridos, para que siempre seas dócil al cambio, te mando un abrazo cambiante


El Escribidor

Quema de Libros (Coronavirus parte II)

Siguiendo con este asunto de la pandemia y haciendo sumas y restas, me he dado cuenta de que hemos sufrido de todo tipo de afectaciones. Nos...