Domingo por la mañana, le digo a mi esposa: « ¿cómo ves si
te lanzas por unos chicharrones de La Ramos (así se llama una carnicería de
Monterrey famosa por su preparación de chicharrón frito de cerdo) y preparo
chicharrón en salsa verde?» Traes, además, cinco tomates verdes y dos chiles
serranos.
-Ok, el chicharrón, los tomatillos y chiles jalapeños.
-No, dije chiles serranos –le corregí.
Con esta culinaria historia comienzo mí artículo.
Quiero platicarte Lectora, Lector Querido, de esa situación
cuando tú tratas de comunicar algo y la otra persona entiende lo que se le da
la gana.
Primero, hierves un cuarto de cebolla, dos dientes de ajo
medianos, dos chiles serranos sin el rabo y cinco tomatillos sin la cubierta,
hasta que los tomatillos cambien de color.
Yo quisiera saber qué proceso se lleva a cabo en el cerebro
de nuestro receptor cuando nosotros estamos planteando nuestra idea. Me imagino
que cuando le estaba diciendo que traer a mi esposa, en su mente transcurría
algo así como: tengo que poner atención; a ver, dijo chile serrano, se me hace
que se equivocó y es jalapeño. Sí, debe ser jalapeño, me suena más.
Se dice que hablando se entiende la gente pero la neta, hay
personas a las que cuando les hablas no entienden ni maiz.
Me sucedió el otro día en una estación de expendedora de
gasolina en medio de la nada, N.L. Me pone seiscientos pesos de la roja –le
dije al encargado. Ah ok! Quinientos pesos de la verde.
No –corregí, sin darme cuenta que solo era el comienzo de la
aventura- seiscientos de la roja. Ah ok –me contestó- y veo que toma la pistola
verde.
Joven –le grito con un poco más de enjundia- ¡roja! Ah ok,
perdón, le entendí que la verde.
Una vez que los tomatillos cambian de color, licuas todo
junto, le añades un puñito de cilantro y sal al gusto. Agrega a la licuadora un
poco del líquido donde se hirvió todo. Lo mueles muy bien hasta tener una salsa
uniforme y la reservas.
Entonces viene el despachador, le paso la tarjeta de prepago
y le digo: la clave es seis ocho tres
seis. –ok seis ocho seis tres y
se va.
Unos minutos después regresa el joven y me dice: ¿Cuál me
dijo que era la clave? seis ocho tres
seis- le repito. Seis ocho seis tres
–repite en voz alta- y se va de nuevo.
Otros minutos después, regresa con una cara como de te-atrapé y me dice: su tarjeta no pasó.
-¿cómo que no pasó? ¿Qué contraseña pusiste? –La que me dio- me contesta, seis ocho seis tres. -La clave es seis ocho tres seis, le digo ya con un
tono de desesperación.
Total que optó por traer la terminal de cobro y me pidió que
fuera yo quien pusiera la clave. Debe haber pensado: que ponga él su clave, para
que la pone tan difícil.
Yo tenía razón –siguió con su pensamiento- era seis ocho seis tres. Jajajaja
En una sartén con un poco de aceite pones a dorar un cuarto
de cebolla finamente picada y la dejas hasta que se ponga transparente. Después
le añades el chicharrón que debe estar picado finamente, también.
Cuando estuve en esa gasolinera, hagan de cuenta Lectora,
Lector Queridos, que le estuviera hablando en chino o en alguna lengua
extranjera al dependiente.
Y créanme, son solo un par de ejemplos que sirven
perfectamente para ilustrar ese error típico de la comunicación humana. Pasa
exactamente como cuando pides cierta cantidad de carne en la carnicería y el
tablajero te surte lo que a él le viene en gana. ¿Te ha sucedido qué pides
quinientos gramos y terminan dándote seiscientos cincuenta?
Todas estos han sido situaciones totalmente inofensivas, pero no quiero ni
imaginar cuando este tipo de errores de comunicación suceden en un hospital, o
en un vuelo de avión o peor aún, en un viaje al espacio.
Me imagino que de ahí es de donde vienen tantas
discrepancias que suceden en los matrimonios, amistades y peor aún, entre los
gobiernos. Pues como no van a existir si unos pensamos una cosa y los demás,
otra totalmente disímbola.
Una vez que se haya frito el chicharrón, agregas la salsa y
lo dejas hasta que sea de un verde apagado. Lo sirves acompañado de frijoles
refritos y de preferencia con tortillas recién hechas.
Te invito, Lectora, Lector Querido, a revisar bien la manera
como expresas tus ideas y sobre todo, a aplicar algún tipo de pregunta para
poder asegurarte que lo que quisiste transmitir fue exactamente, o al menos
parecido, a lo que la otra persona entendió.
Te mando, además de esta deliciosa receta, un abrazo bien
comunicado.
El Escribidor
P.D. Como todo lo que escribo en este blog son ensayos, pues
este tipo de escrito también lo es. Por favor coméntenme qué les parece.
Monterrey, Nuevo León, a 12 de julio de 2020
2 comentarios:
Invítame a Almorzar
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