domingo, 2 de diciembre de 2007

Ten cuidado porque te castiga DIOS…

Ten cuidado porque te castiga DIOS…

Monterrey, N.L. a 2 de Diciembre de 2007

Así comenzaba su discurso la menor de mis hermanas, cuando quería convencerme de no hacer algo (o de hacer algo, según fuera su conveniencia) y yo, inocente pobre amigo, le creía; ¡como no le iba a creer si era mi hermana que me quería mucho (según me decía)! y que siempre buscaba lo mejor para mí (ajá!). Total que viví mi infancia cuidando no hacer cosas que hicieran enojar al SEÑOR porque si no, pobre de mi!!! y dicho sea de paso, dejé de hacer muchas cosas, que estoy seguro, hubieran sido de su agrado.
Seguí creciendo y cuando las cosas iban mal, pensaba para mi mismo: “es que DIOS me castigó” y cuando iban bien, pues, fue chiripa y tuve suerte.
No fue sino hasta ya entradito en años, cuando me percaté que la vida funcionaba de otra manera y que la verdad, eso de que DIOS se la pasara poniendo estrellitas, a los bien portados y manazos, a los mal portados, me parecía una idea de lo más absurda. Y no fue hasta el momento, que yo considero que tuve mi encuentro personal con DIOS, cuando me di cuenta que a ÉL le importa más que caiga y que me levante, que castigarme cada vez que me caigo.
Entonces comencé a leer aquí y allá, buscando una explicación convincente para todas esas ocasiones cuando pasan cosas duras (que a veces parecen castigos divinos o desquites celestiales) y me encontré con un concepto que viene de la India y que a mi gusto, refleja de una manera más atinada el porque suceden este tipo de cosas: El Karma. Dice uno de sus muchos conceptos: Es la ley del crecimiento psico-espiritual que involucra una reacción igual y en sentido contrario para cada acción. Si la acción es buena, la reacción es buena; pero si la acción es mala, la reacción es mala. Ah!! Ya entendí! –dije para mí-.
Las cosas tomaron sentido: si estudio, paso; si no, repruebo. Si soy tragón, estoy panzón; si no, flaco. Si me cuido, tengo salud; si no, me enfermo. Si mal administro el dinero, nunca me alcanzará. Si no cuido mis cosas, terminarán por dañarse y perderlas.
Si no pago mis deudas, me perseguirán los acreedores. Si vivo peleando, tendré mucha violencia en mi vida.
Pero también, si soy caritativo, nunca me faltará nada. Si soy amable, los demás serán amables conmigo. Si soy trabajador, siempre tendré prosperidad, etc.

Y cada vez más, me di cuenta que a cada mala acción nuestra, recibiremos una revancha negativa en contra. Pero, si la acción es positiva, hay una positiva a nuestro favor.

Ok! Ya se lo que sucede a cada acción mía, pero, ¿Qué papel juega DIOS en esto?
Bueno, lo más maravilloso de esto es que DIOS está encima de todo y que basta con que tengamos Fe y un arrepentimiento auténtico, para que podamos escapar al rebote negativo de nuestros actos. Se que esto va a levantar polvo, pero antes de que me apedreen, quiero dejar bien claro, se trata de una actitud de arrepentimiento por haber actuado mal y de una búsqueda de la ayuda y del perdón de DIOS.

Hoy me doy cuenta que como me va en la vida es producto de mis acciones, sin embargo, se que en cualquier momento puedo aspirar a una mejor estadía si volteo mi mirada hacia DIOS.

Lector Querido, para que siempre analices tus actos con los Ojos de DIOS, un abrazo

El Escribidor

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Mira manita, yo que tu…

Monterrey, N.L. a 21 de Noviembre de 2007

Es una frase que francamente hace que me hierva la sangre, déjenme te explico porque.

A todos nos sucede que en algún momento de la vida, no sabemos ni donde es arriba ni donde es abajo.
Hablo de ese momento donde nos encontramos ante una encrucijada que nos tiene completamente desconcertados y que, cual neblina en carretera, no nos permite ver más allá de nuestras narices.
Me refiero a esos momentos de completo desconcierto y total incertidumbre que hacen que nuestra vida se congele repentinamente ante la duda. Ya sea que tengamos un problema ante el cual tengamos que tomar una decisión dolorosa; o puede ser que estemos ante una disyuntiva que cambiara nuestra vida; a lo mejor estamos frente a una bifurcación que afectará a varias personas alrededor nuestro; en fin, sea cual fuere el caso, el punto es que estamos en un instante donde somos tan sensibles que hasta el aire nos cala.

Y entonces, de no sé donde (yo creo que de alguna alcantarilla mal cerrada) aparece una señora con su frase hecha: “Tu cuéntame, manita, soy toda oídos” (o su versión masculina: “Te escucho, compadrito”) y con una enorme labia (que ya envidiaría cualquier político) hace que la persona en crisis abra su corazón, y le cuente su problemática, pensando que está abriéndose ante una persona de confianza; más frases hechas: “Descuida, tus secretos están a salvo conmigo, para eso somos amigas”.
Y viene lo más grave del asunto: “Mira manita, yo que tu…” dice la “consejera” y le entrega una recomendación totalmente falta de compromiso, de empatía y de análisis previo, nomás así lo primero que se le viene a la cabeza sin más reflexión ni más nada. Y con una actitud irresponsable y “con la mano en la cintura” puede recomendar cambiar de trabajo, dejar al marido, divorciarse, cambiar a los hijos de colegio, demandar al patrón, etc., etc., etc. sin dimensionar la magnitud de dichos actos.
Dependiendo de la madurez y del grado de la crisis que esté viviendo el “aconsejado”, puede o no tomar la sugerencia, sin embargo, es alto el nivel de impacto de ese “consejerillo” irresponsable dado que normalmente son personas allegadas.
Y remata con un “tu aviéntate, yo te apoyo” pero, ¿saben cuánto dura ese apoyo? Lo mismo que un dulce a un niño, ¡Nada! Después de que la decisión es tomada, los consejeros se desentienden completamente del asunto y a lo sumo, se acercarán a preguntar: “¿y finalmente como te fue?”.

Yo no estoy en contra de aconsejar a los demás en esos momentos de vacilación, pero creo que nuestra actitud debe ser mayormente de escucha, de empatía y sobre todo, antes de emitir cualquier opinión, debemos pedirle DIOS luz al aconsejar, para que nuestro parecer refleje completamente los designios de ÉL y no nuestra miseria humana. Y debemos estar conscientes que el aconsejar lleva consigo un compromiso, el de asumir una postura de ayuda ante las situaciones que pudieran generarse a raíz de nuestra recomendación.

Ya he comentado otras veces que Carlos G Vallés es uno de mis autores favoritos, quiero transcribir un párrafo de su libro Gustad y Ved, Los Dones del Espíritu, Ed. SAL TERRAE donde habla del Don del Consejo:

“Este es el gran servicio que podemos darnos unos a otros ayudarnos a vivir con ayudarnos a tomar decisiones en la vida. La palabra oportuna, el consejo leal, el momento de luz cuando todo era oscuro, la alternativa inesperada cuando nadie veía solución. Y el escuchar callado, reverente, largo y atento cuando alguien habla en confianza de su lucha con la existencia, de su desilusión ante el amor roto, de su duda ante el futuro, de su desánimo o de su confusión. Silencio que puede ser el mejor consejero ….”

Lector Querido, para que siempre tengas un corazón presto a escuchar y apoyar, un abrazo

El Escribidor

lunes, 12 de noviembre de 2007

Cambia, todo cambia…(tengo miedo parte I)

Monterrey, N.L. a 15 de Octubre de 2007


Así dice una canción y así dice la vida. Y al que no cambia, lo cambian.

Dios nunca es igual, siempre está cambiando, nunca se repite, siempre es nuevo. Como dice en Apocalipsis 21:5 He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.

Dios es vida y movimiento a la vez.

Y la vida, nunca es igual, siempre está cambiando, nunca se repite, siempre se renueva.

¿Han notado Lectora, Lector Queridos, que cuando el agua se estanca, se pudre? y que decir de la sangre, siempre ha de estar en movimiento o se coagula.

Entonces, ¿por qué el hombre se aferra a estancarse siempre en un solo sitio? ¡Sepa!

Sucede que cuando llega el momento de realizar algún tipo de cambio a la mayoría de las personas les entra un miedo de aquellos en gran medida por lo incierto de lo venidero. Yo le llamo miedo primario que viene a ser cuando salimos de nuestra «zona de confort» y nos aventuramos -a fuerza del cambio mismo - en una tierra desconocida. Ya sea porque nacemos, crecemos, nos casamos, nos separamos, trabajamos, dejamos de trabajar, envejecemos, morimos, es decir, cada situación de nuestra vida conlleva un cambio y normalmente nos da « cus cus».

A pesar de que ese movimiento nos pudiera llevar a situaciones más prósperas y beneficiosas, nos aferramos y nos resistimos; y muchas veces, termina sucediéndonos como a los grandes árboles cuando sopla el viento fuerte, terminamos por resquebrajarnos. Deberíamos seguir el ejemplo de la hierba que ante un temporal, se dobla pero no se rompe.

Resiliencia es la palabra, la cual no es otra cosa que «aguantar vara».

Hay cambios que vienen patrocinados por la vida y ahí no hay de otra que que apechugar;
en cambio, otros nos los recetamos nosotros mismos. Los primeros hacen acopio de nuestra capacidad de adaptación y de nuestra fortaleza. Los segundos, aunque pudiéramos pensar que son más calculados, tienen el factor humano que suele provocar resultados completamente inesperados, a veces salen bien y terminamos en un mejor lugar pero a veces nos falla y nos «va como en feria».

Permítanme mencionar un aspecto más del cambio: siempre va para adelante, nunca para atrás. Aunque en un arranque de terror optáramos por «rajarnos», no hay marcha atrás.
Ni las circunstancias, ni las personas, ni los momentos, pero sobre todo, ni la comodidad perdida se pueden recuperar. A palo dado ni Dios lo quita. Posyaque!

Hoy quiero dedicar mi artículo a una de mis hermanas, ella, en un cúmulo de valentía y de miedo - valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo tiene y lo enfrenta- decidió tomar un camino para nada sencillo. Tomó la decisión de hacer algo que le permitirá vivir de pie y con la mirada en alto. Yo en su lugar, temblaría como gelatina.

Pero estoy seguro que las cosas irán por un camino que en el peor de los casos, será mucho más pleno y lleno de satisfacción que el otro. ¡Saco los cohetes!

¿Sabes una cosa Lectora, Lector queridos? Resistirnos al cambio no impedirá que la vida siga su curso, lo único que provocará en nosotros es una enorme angustia y un terrible desgaste porque las cosas son como son y no como quisiéramos que fueran. Me vi muy Zen pero así es.

Por eso, siempre a mí me gusta dejar en manos de ÉL el ritmo de la vida y yo me quedo con la obligación de disfrutar cada momento…Yo «flojito» y cooperando.

Hay una oración muy popular que a mí me gusta mucho y que resume exactamente lo que con muchas palabras quise transmitir:

Señor, dame valor para cambiar las cosas que puedo cambiar,
Serenidad para aceptar las que no puedo
Y sabiduría para distinguir la diferencia.

Lectora, Lector Queridos, para que siempre seas dócil al cambio, te mando un abrazo cambiante


El Escribidor

martes, 16 de octubre de 2007

Y tú, ¿cómo le hablas a DIOS?

Y tú, ¿cómo le hablas a DIOS?

Monterrey, N.L. a 15 de Octubre de 2007

Hoy se me antoja hablar de la comunicación, pero más que la que tiene que ver con nuestro entorno, quiero hablar de esa que nos permite tener vida y fuerza para vivir, nuestra relación con DIOS.
En nuestra comunicación con DIOS hay tres factores: la llamada, el mensaje y la respuesta.

Hablemos de la llamada,

¿Cómo te diriges a DIOS? ¿Acaso lo haces como si estuvieras hablando con el Padre más amoroso que haya existido quien escuchará cada una de tus peticiones? ¿O le hablas de con una plegaria desesperada y llena de agobio? ¿Tus rezos los haces como quien le habla a alguien muy cercano? ¿O los haces como si estuviera lejísimos e inalcanzable? ¿Tus preces son repetidas y llenas de Fé? ¿O es una jaculatoria simple y tibia? Cuando Pides, ¿das por hecho que la ayuda está en camino? ¿O no esperas nada?
En el momento más difícil, ¿eres capaz de abandonarte en DIOS? O ¿buscas por todos los medios humanos resolver tu problema por si DIOS no te atiende? ¿Crees en los milagros o crees que son coincidencias?

Ahora, hablemos del mensaje,

Existen quienes le llaman cuando necesitan algo y no son capaces de obtenerlo por si mismos. Recurren a ÉL como quien recurre a un proveedor que tiene la obligación de atender sus necesidades a cambio de una oración interesada: “Yo te rezo, TÚ me concedes mi favor, ¿sale?”
Hay otros, que le buscan desesperadamente sólo cuando “aprieta el zapato”. Probablemente, durante muchísimo tiempo ni se acordaron de DIOS, pero tan pronto como comienzan “las pruebas” de la vida, se vuelven los religiosos más llenos de fervor: “Diosito, si me concedes la solución de este problema, te prometo una manda al Santuario este doce de diciembre, ¿si?” y tan pronto como su problema se resuelve, vuelven a guardar a DIOS, hasta la siguiente necesidad.
Hay también, quien pretende obtener ayuda de ÉL sin dirigirse a ÉL, recurren a cuanta novena, oración, santo, Virgen, etc. les llegue a la mano: “Reza esta novena, es muy milagrosa –aseguran esas señoras que de pronto aparecen de quien sabe dónde-. ¿Y el verdadero hacedor de milagros? ¡Posabe!
Y tenemos a los que pretenden manipular a DIOS, haciendo “tratos” de lo más absurdo pretendiendo que puede manejarlo a su antojo: “Si me saco la lotería, le doy la mitad a los pobres” o, “Señor, si de veras me quieres, quítame esta enfermedad” o aún más ridículo: “si me va bien en este negocio, te prometo veinte misas”.


Y Finalmente, hablemos de la respuesta,

Definitivamente DIOS contesta, siempre de la manera que mejor nos conviene, pero somos tan ciegos, que somos incapaces de reconocerlo. Creemos que la solución de nuestros problemas fue más debida a nuestros esfuerzos humanos que a un origen Divino. Hay un chiste que me gusta mucho para ejemplificar este punto: “En un pueblo, había un hombre que presumía de tener mucha FE en DIOS. Resulta que un día, hubo en la región una gran inundación. Cuando el agua llegaba a las rodillas, se apareció un desconocido en lancha y le dijo al hombre: -¡Vámonos! Porque el pueblo se inunda- a lo que el hombre contestó: -Yo tengo FE y DIOS me va a salvar-.
Tiempo después, el agua llegaba hasta los techos de las casas, pasó otro desconocido y le dijo al hombre testarudo: -¡Es hora de irnos!, ya no queda mucho tiempo-; a lo que el hombre contestó: -Yo tengo FE y DIOS me va a salvar-.
Finalmente, llega un helicóptero y le dice al terco hombre, trepado en un techo de una iglesia: -¡Es su última oportunidad! Suba por favor-, el hombre inquiere: -Yo tengo FE y DIOS me va a salvar-. Total que el hombre muere y va al Cielo, al llegar, con una mueca de leve molestia, le pregunta al Creador: -¿Por qué no me salvaste?, siempre tuve FE y creí en TI-. –Mira Hijo- contesta el SEÑOR, -sabes que te quiero mucho, por eso te mandé dos lanchas y un helicóptero, pero tú no te quisiste subir-“.

No importa la religión en la cual descubriste a DIOS, importa más que ya lo conoces y sobre todo, que vivas una vida llena de oración, no para llenarlo a ÉL de Gloria sino para llenarte a TI de ÉL.

Lector Querido, ¿tu cómo le hablas a DIOS?

Un abrazo,

El Escribidor

sábado, 6 de octubre de 2007

Hay de pérdidas a pérdidas...

Lector Querido, te advierto que con este artículo busco abrir en tu conciencia una herida grande y profunda, ojalá que te salga una ampolla muy grande o ya de perdida, que te de una comezón de aquellas que ni con Caladryl se te pueda calmar.

Para ponernos en contexto, permíteme comentarte que partiendo del hecho de que seas religioso o no, puedes llegar a pecar -dañar, afectar, lastimar, molestar, fallar, ignorar- de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Lo que significa que puedes ir desde la más leve de las afectaciones -el pensamiento- pasando por la más común y venenosa -la boca- hasta la más completa, la acción misma.

Pero existe una manera por demás mediocre, cómoda y tibia de pecar: la omisión, que no es otra cosa que no hacer nada. Nos quedamos como en stand by ante la necesidad o problemática del prójimo y es que es más fácil no meterse en broncas ni complicaciones, al fin y al cabo, tenemos muchas cosas más importantes que hacer.

Quiero hablar de tres casos, los tres conllevan una pérdida, los tres tienen soledad, los tres me hicieron plantearme varias preguntas: ¿y los supuestos amigos? ¿Y las condolencias? ¿Dónde está la solidaridad?

La primera pérdida, a mi amigo se le murieron su papá y sus amigos el mismo día. Yo ni supe, fue de esas veces que Dios te lleva a un lugar porque quiere que asistas.

Me lo encontré y me enteré. Me acerqué a decirle que lo quiero y que ahí estoy para lo que se le ofrezca. La pérdida ya estaba dada; el corazón ya sufría; sólo le sobé un poquito.

Mi amigo estuvo en grupos y más grupos, es especial parroquiales, pero resulta que ese día, cuando se le ocurrió morirse a su papá, los amigos estaban demasiado ocupados para asistir al amigo, para soportarlo un poco, para condolerse con él.

 Omisión a todo lo que da!!!! Y los pretextos sobran: no me llegó el mail, tenía una llamada perdida pero no reconocí el teléfono, ya lo iba a buscar pero tuve un problema, tengo mucha chamba, me queda muy lejos. ¿Yamiqué?

La segunda, a un cuate -me pasó lo que pasó con Mochin, no alcanzamos a ser amigos- que gozaba de plena salud, una vida promisoria, una familia feliz y próspera, de pronto, le tocó partir sin decir adiós.

Una pérdida, como dice la canción: the good die young (los buenos mueren jóvenes). Una esposa desolada, un hijo desconcertado.

Mi amiga, triste a más no poder, perdió a su hermano. ¿Y los demás? ¿Los cientos de personas que conoció cuando joven? ¿Los amigos de los grupos parroquiales? La omisión se hizo presente otra vez. ¿Yamiqué?

Por último, una pérdida de esas que nomás son materiales, a la señora de la limpieza de la compañía para la que trabajo, le robaron veinte mil pesos de su casa.

A mí se me hace una cantidad muy respetable, imagínense lo que representa para una persona que gana apenas arriba del sueldo mínimo. Si no eran los ahorros de toda su vida, al menos lo eran de una muy buena parte de ella. Y se desahogó con la gente de la oficina, pensando que depositaba sus penas en gente que la estimaba. Pero ¿saben qué hizo la gente que escuchó sus lamentos? Se lo recuerda cada vez que la ve: Todavía tiene los ojos rojos de tanto llorar Señora, -le dicen- es que no es para menos. O sino dan rienda suelta a su morbo: ¿Ya sabías que a la señora le robaron? –Con un tono como de vecindad-. Pero, ¿Alguien se ha acercado a ver cómo le va a hacer la señora para pagar sus recibos? ¿O con qué va a comer? ¡Para nada! Al fin y al cabo, es la señora de la limpieza y ya debe estar acostumbrada a esas cosas. ¿yamiqué?

Recuerdo hace unos días, uno de mis subordinados tuvo una pérdida, se le murió el perro y estaba muy preocupado porque no sabía cómo iba a decirle a su hija la verdad. Me quedé pasmado al ver tanta urgencia ante una situación tan trivial. Es que hay de pérdidas a pérdidas. Para él es el fin del mundo que se muera su mascota pero, ¿y la señora de la limpieza? Esa no es mi bronca.

Justamente ese es el problema que quiero enfatizar, vivimos ensimismados en nuestro propio bienestar y nos volvemos egoístas e inmunes al dolor ajeno, a tal grado que perdemos la noción de las cosas y su verdadera dimensión, olvidamos que como humanos estamos en niveles de vida y de madurez diferentes y que mientras más ascendemos, en lo material y lo espiritual, nuestro compromiso con los demás aumenta. Dios espera más de nosotros mientras más tenemos: Siervo flojo y malo, te di un talento….

Lector Querido, un abrazo para que no pases indiferente ante los sufrimientos y necesidades de los demás,

El Escribidor

Monterrey, N.L. a 6 de Octubre de 2007

sábado, 29 de septiembre de 2007

Reencontra-2…

Monterrey, N.L. a 24 de Septiembre de 2007

Pues me eché el reencuentro, me eché la boda y me llené de dicha, como diría mi maestro de matemáticas: «déjenme les cuento…».
Resulta que toda mi estirpe estaba lista para el disfrute: las infantas, el infante y mi esposa. Ya bien preparados y maleta en mano, nos dispusimos a partir a ese viaje tan esperado (y desesperante).
Hace mucho que no tenía una plática bien sabrosa con mi mujer, lo único que me costó trabajo fue mantenerme despierto, porque a la dueña de mis sueños, se le ocurrió ni más ni menos que platicáramos a eso de las dos de la mañana, ¡posyaqué!! Hablamos de todo y de nada, lo importante y delicioso fue hablarnos y escucharnos, he ahí lo maravilloso del momento. Y lo único que se me ocurrió decir cuando nos ganó el cansancio, fue: ¡otra! ¡Otra! ¡Otra! (si es más temprano, ¡mejor que mejor!!!).
Mi Aguascalientes querido nos recibió con un gélido clima, que fue contrarrestado con el cálido abrazo de mi hermana, tan hospitalaria como siempre.
Y llegando y haciendo leña: nos fuimos a desayunar con mi madre, mis hermanas y cuñados. La comida, de lujo en un restaurante sencillo, la compañía inmejorable. Ahí llegaron los novios, felices de estar a punto de comenzar una nueva vida y yo feliz con ellos. ¡Saco los cohetes!!!
El resto del día, nos dedicamos a ir a nadar a una alberca que más bien parecía pileta para lavar trastos y al final del día, rematamos con una carne asada (idea mía) al estilo Aguascalientes (idea de mi cuñado). Parecía como si nadie se hubiera visto en años y se veían ansiosos por ponerse al día, realmente, pocas veces había visto mi familia tan madura y tan en paz, ¿Qué les costaba muchachos?
Mi mujer, haciendo lo que tanto me cuesta trabajo a mí, socializando con todo mundo y no paró en toda la noche, es que le encanta ser ajonjolí de todos los moles.
El sábado, a mi se me hace que me lo robaron, porque entre el estrés de mi hermana perdida y hallada en la tarde y esa dramática cita en la estética, donde mi esposa fue, según palabras propias, a que la pusieran bien guapa, ya era la hora de asistir a la misa.
La misa tuvo un momento que me encantó, cuando los papás de los novios, a petición del sacerdote, le entregaron el futuro de sus hijos a Dios, de verdad un momento muy emotivo y sobre todo, se me hace que hasta a Dios se le rodaron un par de lágrimas de pura emoción.
Al concluir la misa, otro momento de esos que se quedan tatuados en el alma con tinta que no se borra ni con láser, nos encontramos con el resto de mis familiares. Mis sobrinos no vistos, mi hermano el cometa (por eso de que lo veo cada cuatro años), los bisnietos de mis hermanos y también, la nueva familia (la del novio), tengo fotos donde consta que todos estábamos de muy buen humor y dispuestos a gozar como niños en parque.
Luego la boda civil, nada que ver con la misa, fue eso, un trámite, como diría mi sobrina la más fresilla, estuvo equis uei…
En la fiesta, teníamos toda la intención de sentarnos en mesas vecinas con el afán de pasarla en grande y en nuestro afán de sentarnos todos juntos, nos quedamos con una mesa desolada, con mi hermana y mi cuñado, otra hermana que desertó en cuanto me descuidé y una esposa ausente, pues anduvo como madre de novia, de mesa en mesa, organizando lo que seguía (así me lo platicó), cuidando que a la novia no le faltara nada y con un arrojo que ya quisiera cualquier torero, se paró a cantar, en un acto que dejó a propios y extraños con la boca abierta.
Bailé (o intenté) con mi mujer, con mis sobrinas y con una dama muy especial, que ya me había pedido que lo hiciera con ella desde antes de comenzar la fiesta: con mi hija menor.
Y cuando nos cayó la tambora, pues nos fuimos a dormir, es que esa música como que no se nos da.
Dicen por ahí, que hubo gente muy avezada e intensita que le siguió hasta que amaneció y fue a dejar a los novios al aeropuerto y a desayunar, bien por ellos, siempre hay que acabarse las fiestas hasta que no se pueda más, les prometo que las siguientes fiestas no dormiré.
El regreso, lo más triste. Como que siempre se queda un pedazo de cada quién en esos encuentros. Mi sobrina la más fresilla me pidió que repita otro encuentro, pero que no sea hasta que haya otra boda, lo haremos, tienen mi palabra de boy scout.

A mis familiares, un abrazo y un beso por todos los que no les puedo dar seguido,

A mi Madre y hermanas, gracias por su hospitalidad, las quiero mucho,

A mi esposa e hijos, para que siempre disfruten y cada vez más de cada momento de su vida, un abrazo,

Querido Lector, un abrazo para que te reencuentres con los tuyos,


El Escribidor

jueves, 13 de septiembre de 2007

Amarillo no te pongas!!!...

Monterrey, N.L. a 13 de Septiembre de 2007

Resulta que estoy a punto de ir a un nuevo reencuentro con mi gente y mi tierra. Extrañamente, el pretexto vuelve a ser una boda… me la echo. Ya tengo ganas de entrarle a la bailada, a la platicada y al disfrute. Quien quite y ahora si nos reunamos toda la familia, toooodos los nueve hermanos (más asociados, retoños, etc.)!!!
Como diría mi suegro: “échate una familita!!!!”

Mientras nos preparamos para la pachanga, mi esposa, se encarga de castigar mi cartera: que si un vestido para las niñas, que si zapatos, que si el peinado, que si las uñas, total, que no veo el fin de este martirio financiero. –Pero, tienes un chorro de zapatos- cuestiono a mi cónyuge; -si, pero no tengo dorados de tacón-. Pobre de mi…

En medio de todo este rollo pre-fiestero, aparece uno de mis pupilos y me comenta con la emoción como quien acaba de ganarse un premio: -¿Supiste de la explosión?-, intenta entablar una conversación amarillista; -Na! No veo noticias-; -yo tampoco- afirma muy orondo, -nomás las prendo mientras me arreglo…- y se aleja a conseguir una persona que comparta su predilección. Me imagino que solamente ve las noticias de los ojos para afuera (es el mismo pupilo que me explicó que la razón por la que no entiende la información técnica a veces, es porque lee de los ojos para afuera). Y sin quererlo y sin creerlo, es un hijo de la manipulación mediática, ¿será casualidad que el logo de esa empresa sea del color amarillento? ¡Yaqué!

Si abro mi cuenta de correo personal, recibo aproximadamente dos correos que realmente que me interesan y decenas de correos amarillosos, donde me invitan a pedir por un niño que está enfermo de cáncer, o intentan tocar mi corazón con fotografías desgarradoras, o me mandan un mail que si mando a diez personas que conozca, recibiré una sorpresa en menos de una hora, o me mandan una cadena para conseguir la riqueza si la sigo, o la desgracia si la rompo. Y pudiera enumerar los más variados tópicos (desde el amarillo claro hasta el amarillo oro) que atañen a este tipo de mensajería (religión, superación personal, política, chistes, etc.) la cual sólo tiene un fin: conseguir bases de datos para después inundarnos con miles de correos llamados spam haciendo uso del morbo amarillento que cada humano tiene dentro de si. Y créeme Querido Lector, todos caen!!

Si circulo por una avenida y el tráfico está lento, estoy seguro que sucedió un accidente, ¿sabes Querido Lector, de qué lado es más lenta la fila? Efectivamente, del lado que no hubo accidente, ya que todos los que pasan al frente del evento, hacen gala del reportero que todos llevamos dentro, disminuimos el paso, contamos los involucrados, sacamos conclusiones de quien fue el culpable, nos lamentamos por la gente que chocó y de paso, detenemos el tráfico. Al llegar a la oficina el argumento es: -Nombre, había un chorro de tráfico, es que chocó una camioneta y un Chevy, pobre cuate-, ¿Yamiqué?

El otro día, recibí un correo de una amiga, que también es mi Comadre, donde demuestra su indignación por, voy a tratar de escribir más o menos lo que decía: que un hombre con una pistola apuntó al Padre Rogelio, hasta la gente se tiró al piso. Yo estuve en Misa, ese día, a esa hora. No me consta que la persona no trajera una pistola, pero la verdad, tampoco me consta que la tuviera. Nadie se tiró al piso (además de la persona que le platicó a mi amiga) solamente hubo una señora que se alejó del fulano. Lo sacaron entre dos personas y el pobre cuate iba gritando que no le hicieran nada, se me hace que tenía más miedo que un ilegal al brincar la frontera, a todas luces, se trataba de una persona que no está bien de sus facultades mentales. Claro que asusta ese tipo de situaciones, pero lo reprobable para mí es el hecho de aumentarlas de tamaño y cambiarlas de color, ¡Yanilahacen!

Yo sé que este tipo de artículos no suelen ser los favoritos, sin embargo, en la medida que terminemos con ese áureo color y nos volquemos hacía DIOS, podremos lograr algo que es escasísimo en estos días: la paz.

Ya para terminar y para aportar mi dosis de amarillismo, resulta que tengo un amigo que afirma que cada vez que toma leche, muere alguno de sus familiares. Mi querido amigo, el día de mañana comenzaré una colecta en todo Monterrey para juntarte todo tipo de juguitos, tesitos, sodas, calditos, agüitas de sabor, etc. Todo con el fin de que no vuelvas a tomar ningún tipo de líquido lácteo y conserves tu familia el mayor tiempo posible, ¿sale?

Querido Lector, un abrazo de color para quitar lo amarillo de tu vida,


El Escribidor

Quema de Libros (Coronavirus parte II)

Siguiendo con este asunto de la pandemia y haciendo sumas y restas, me he dado cuenta de que hemos sufrido de todo tipo de afectaciones. Nos...