miércoles, 25 de julio de 2007

El Desierto

Monterrey, N.L. a 25 de Julio de 2007 
Yo creo que con este artículo me voy a ver muy Zen, sin embargo no se me ocurre otra manera de describir esos momentos complicados de la vida donde se forja el carácter y se prueba la Fe. La palabra desierto, proviene del latín desertus, que significa ‘abandonado’. Se le llama también así al lugar con poca agua, una que otra plantita, mucho calor y un montón de bichos y animalejos. Como diría mi sobrina la más fresilla: “o sea que es un lugar donde no hay nada, uei”. También se le llama así, a ese momento donde dadas las circunstancias, nos sentimos solos y abandonados, ya sea porque pasamos por un momento duro de vivir, difícil de aceptar o porque requerimos tomar decisiones cruciales en nuestra vida. Y no se trata de un problema o una situación aislada, la característica principal es que pasar por él implica de un crecimiento espiritual y un aumento de la madurez. Es en la crisis donde la Fe se acrisola y la fortaleza se prueba, ese es el momento exacto donde al SEÑOR le gusta y quiere ayudarnos: cuando nuestras fuerzas humanas son exiguas y tenemos que abandonarnos en ÉL. Puede ser que nuestro Desierto sea vencer una tentación, como le sucedió a un buen amigo quien se dejó llevar por la tentación de la carne y una vez ahí, se sintió perdido. Tuvo su crisis, me buscó (no buscó a DIOS porque me imagino que no sabía que es su amigo), lo escuché, se desahogó y solito decidió. Yo solo le presté mis oídos y mi cariño, porque eso si, cada quien sale de sus propios Desiertos. A lo mejor es como le sucedió a otro amigo, quien decidió seguir a Dios porque creyó que ese era su camino. Después de vivir su Desierto, al mismo tiempo de su seminario, se dio cuenta que nomás no. Me imagino que tuvo su crisis, buscó a su mejor amigo (DIOS), le platicó, se desahogó y solito decidió. Otro ejemplo es cuando la pareja cae en el hastío de la repetición. La rutina termina por convertir el Paraíso en un Desierto y la Unidad se fractura, se lesiona, se lastima. Se cae en crisis, se busca a un amigo (DIOS) que nos escuche, nos desahogamos y decidimos. Y hay parejas que sobreviven, ¡una porra a ellas!; pero hay otras que no, ¡posyaque! en el Desierto también hay muertos. O puede pasar como a mi hermana, quien toda su vida vivió tratando de quedar bien con todo mundo. Y se hartó de ser-poco-ella y ser-mucho-los-demás. Su crisis me tocó vivirla, muy poquito, me hubiera gustado estar ahí, escucharla, dejarla que se desahogara y ver como decidía. Lo importante es que ya va saliendo y ya es más ella misma, más plena, más feliz y yo con ella. Y lo que me encanta de la nueva hermana es que hace lo que se le da la gana cuando se le da la gana sin preocuparse por lo que digan los demás, ¡y saco los cohetes! Y cada quien podemos mencionar los nuestros: la muerte de alguien, la separación de un ser querido, una duda de Fe, la ruptura del amor de su vida, una enfermedad sería, un cambio de ciudad, la ruptura del cordón umbilical, etc. hay tantos Desiertos como tipos de personas en el mundo, algunos llegarán a nuestra vida de pronto y otros los buscaremos nosotros mismos, pero siempre estará presente la soledad, el amigo (DIOS), una crisis y una decisión. Me preocupa un amigo chilango (el que no conoce la moneda de China), ya tiene rato en su Desierto y nomás no veo la hora que salga de él. Ya lo veo en una empresa, ya lo veo en otra y para mí que no haya su lugar. Si gustas te escucho (te recomiendo más a DIOS), te desahogas y decides, ¿sale? A mi esposa, para que pronto encuentre la salida de su Desierto, mi apoyo y abrazo, A mi madre, para que DIOS le de la fortaleza para salir del suyo, otro beso, A ti Lector Querido, para que siempre busques al Creador en esos momentos, mi cariño, El Escribidor PS.- ¿Y nuestras selecciones de fútbol cuándo saldrán de su Sahara? Yanimodo!

1 comentario:

anamorfosis dijo...

Buen artículo, mejor que el anterior en mi muy humilde opinión, no que no me caigan bien los chinos pero no me gustan las multitudes (¿eso qué?... ya sé... pero igual no me gustan.)

Creo que cuenta muchos aciertos, aunque en ocasiones pienso que se vive en una constante meditación, introspección y demás que las fuerzas humanas no alcanzan para superar ese abandono. No me gusta esa palabra, o mejor dicho lo que significa.

De niña solía pedirle a Dios que no fuera la maestra a clases... que no revisarán la tarea... ¡bueno! que no hubiera examen. Trás pensar las cosas, sola me respondía lo egoísta que era al ocupar a Dios en esas cosas, cuando existen verdaderas injusticias en el mundo. Lo que para mi era una causa perdida (tener malas calificaciones) no era más que una situación de la cual yo debía acatar la resposabilidad y enfrentarla; cuando antes buscaba echarle la culpa a los demás, ahora no es así, es más no me gusta, ni justificarme, que no se confunda con orgullo, simple y llanamente aceptarlo y el resto tomará su cauce.

Seguramente es Dios, sin embargo aunque la vulnerabilidad del ser humano nos orille desesperadamente a pedir auxilio constantemente, mi única observación sería como dicen: ¿para qué gastar la pólvora en diablitos?...

Si también se puede ser fuerte, lo dice una persona que se le quiebran las rodillas constantemente pero que tiene un par de muletas que la han ayudado a andar.

P.D.
¿Sigue con lo del futból?

P.D2.
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