jueves, 30 de agosto de 2007

Hay de ídolos a ídolos

Monterrey, N.L. a 30 de agosto de 2007

Tengo apenas casi dos semanas sin escribir y ya siento que nunca he escrito, pero, las ganas están igual y espero que mis escritos, mejores.
El miedo es un tema que me apasiona, razón por la cual, me tomaré todo el tiempo que sea preciso hasta que me quede un artículo de lujo, digno de ser leído y reflexionado por ti. O sea que el miedo puede esperar.
Entre tanto, déjame abordar una situación que muchas veces causa enormes tristezas y malestares, al contrastar una idealidad con una realidad: el ser que imaginamos, casi perfecto, con el real, completamente humano e imperfecto.

Para ejemplo, un botón.

Resulta que una buena amiga, sin quererlo se ha convertido en mi colaboradora, al platicarme acerca del terrible hallazgo, de un rasgo oscuro y desconocido, en una persona que a sus ojos, era el modelo de hombre de familia: un ejemplo a seguir. No importa lo que descubrió, sino el impacto negativo en su ánimo, en un “tris” se cayó el ídolo, se hizo añicos y llegó una enorme decepción, al percatarse que el sujeto ideal que creo en su cabeza (probablemente debido a sus reiterados discursos y peroratas relativas a la familia, a la unión, a su importancia, a sus valores, etc.) había pasado por situaciones completamente opuestas a lo que predicaba. Algo así como un rico hablando de austeridad; o un narco hablando de moral, ¿me captan la idea?
No juzgo al sujeto y a su error, (aquel que esté libre de pecado...) lo reprobable es presumir de lo que careces.

Ahora bien, nadie le pidió a mi amiga que se formara ese ideal, porque eso si, el formarse ídolos es un acto de completa y plena libertad, lo hacemos porque se nos pega en gana. Les sucede a los novios en la etapa de la conquista, todo es perfección, el mejor cuerpo, la mejor cara, la mejor sonrisa, en pocas palabras, a golpes de pura miel, se va formando un ídolo del ser amado. Pero pasa el tiempo y con él, se cae la venda de los ojos y los “detallitos” aparecen: que si muy celosa, que si muy mandón, que si muchas amigas, que si muy aislado, que si muy flojo, que si muy mimada; el ídolo se comienza a cuartear, explota en mil pedazos y viene el desencanto. Aquí es donde amores se afianzan, los más maduros y los otros, simplemente se mueren.

Yo creo que en cierto modo, todos estamos expuestos, a veces hasta dispuestos, a idealizar a las personas que vamos conociendo; como que se vuelve un buscar y buscar ese amigo perfecto, esa media naranja, ese jefe excelente y nos la pasamos haciendo ídolos para después romperlos. A veces, hasta de DIOS hacemos ídolos, se me hace que por eso los prohibió. Cuando nos va bien, nos creamos el del DIOS bueno que quiere prosperidad para nosotros, nos sentimos los elegidos. Cuando nos va mal, rompemos el del DIOS bueno y hacemos uno nuevo, el del DIOS castigador y vengativo, nos sentimos los expulsados. Y ahí vamos, hace y rompe, hace y rompe.

El secreto para cambiar este hábito (le llaman madurez) consiste en disfrutar de la persona que conocemos, aprender de ella lo que nos parezca atractivo e imitable. Siempre desde la perspectiva de un humano a otro humano, reconociendo que aunque cuenta con atributos o dones que lo hacen admirable a nuestros ojos, tiene también errores e imperfecciones que lo hacen más humano. Quizás si mi amiga hubiera “aterrizado” la imagen de este cuate, la situación en este momento sería completamente diferente, su admiración estaría intacta y su corazón estaría contento. Porque son justamente las grandes expectativas de la idolatría lo que nos hace sufrir cuando se contrastan con los pobres atributos de la realidad.

Y hay una frase de Buda que me encanta: El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.

Lector Querido, un abrazo tan fuerte que rompa todos tus ídolos,

El Escribidor

http://lescribidor.blogspot.com/

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