Monterrey, NL a 21 de
abril de 2020
Es de esperar que cuando un humano pasa por algún proceso
pase también por alguna transformación. Y este es el caso, estamos pasando por
una situación totalmente insospechada y sería de esperarse que al finalizar
todo el guateque nos encontráramos con mujeres y hombres diferentes a los que
iniciaron el aislamiento social.
Mujeres y hombres con más competencias emocionales,
culturales, sociales, espirituales y sobre todo, humanas.
Mujeres y hombres con capacidades reforzadas de resiliencia,
fraternidad y solidaridad.
Pero, ¿quieren saber mi amarga teoría? Es muy probable que
al final de todo este relajito, lo único que encontraremos será mujeres y
hombres robustecidos en su egoísmo y en su cuerpo. Estoy hablando de la clase
media alta para arriba. Porque desafortunadamente la clase media baja para
abajo muy probablemente estará afectada por este embate global y serán más
flacos en su economía y en su ánimo.
Quiero ejemplificar aquello de lo que estoy hablando.
El día lunes de esta semana -¿Qué semana estamos? No
importa- tomé un Webinar titulado: «¡11
pasos para superar la crisis COVID-19!» –voy a omitir el nombre de la empresa y
los actores para no meterme en líos gratis–. Hubo en esa conferencia un par de
consejos que me sacaron roncha y quiero verlos a detalle.
El primero de ellos hablaba de que deberíamos estar atentos
en estos tiempos porque son tiempos de oportunidades ya que muchas compañías van
a quebrar y pues, es oportunidad para comprar mobiliario, maquinaria, carteras
de clientes y demás cosas a un súper precio. No sé por qué se me vino a la
mente la imagen de buitres revoloteando alrededor de animales moribundos. Ojo,
no estoy peleado con aprovechar las oportunidades cuando tanto comprador como
vendedor ganan. Lo que me enerva es la visión deshumanizada de comprar cuando
el vendedor está urgido o necesitado, ¡nosevale! Una cosa es ser un buen
negociante pero lucrar a costa de la desgracia de otros ya raya en la
mezquindad.
El segundo decía que son tiempos de controlar los gastos.
Decía el expositor –la misma chula persona que dio el consejo anterior y que se
ufanó al nombrarse empresario de los que comienzan desde abajo- si necesitas
bajar gastos deja de pagarle a aquellos que no te afecten a tu operación y pues
siempre tendrás la oportunidad de ajustar gente, pero claro, ese consejo no te
lo puedo dar yo. ¡Genial! Pura ética empresarial que habla de la calidad de
persona. Yo creo que lo más importante en estos tiempos es salvaguardar la
supervivencia de las empresas pero no a costa de la gente. Llegará el momento
de tomar crudas decisiones pero esas serán el peor de los casos. Siempre hay un
plan B. ¡nohayqueser!
Pero no crean que todos los casos son negativos, diría mi
padre, de todo hay en la viña del Señor.
Hay un sacerdote, en una iglesia perdida en la lejanía y en
el olvido de todos, que de alguna manera se dio cuenta que la gente de esa zona
comenzó a pasar por carencias económicas derivadas del cierre obligado de las
empresas. Y no hablo de gente que tendrá que dejar de tener lujos, hablo de
gente que no tiene que comer.
El padre se puso a pedir ayuda a todo mundo para conseguir
comida para su comunidad. Se encarga de recogerla, de repartirla para que le
llegue a más gente. El se encarga de recogerla personalmente y de entregarla
asegurándose de que llegue a las personas correctas. Pero no crean que nomás
pide, también va y compra de su bolsa.
Vas a decir Lectora, Lector Queridos qué chiste, es un
padre. Pues sí, pero hay muchas personas que simplemente se replegaron y no
salen por miedo al contagio y este padre sigue trabajando con riesgo de
contraer el susodicho virus. Yo digo que lo clonemos y lo repartamos por todo
México.
Estamos viviendo un tiempo –cuarentena- que nunca nos había
tocado vivir así, al menos no de manera global y estábamos tan acostumbrados a
nuestra libertad que muchas veces y en muchas personas ya parecía más bien
libertinaje y de pronto, ¡puf! Todo desapareció.
Viene a mí una pregunta muy inquietante y te la expreso:
¿Qué va a pasar después de que pase la cuarentena? Porque mucha gente se la
pasa «responsablemente» en casa haciendo Home
Office. Pidiendo comida a domicilio y distrayéndose con Netflix o cualquier otra compañía de streaming. Eso sin contar el tiempo que
se la pasa en redes sociales. Se justifican diciendo que están pasando tiempo
de calidad con su familia. ¿Tiempo de calidad? ¿Han visto Lectora, Lector
Queridos una escena donde los papás están en el celular, los hijos en la Tablet y los abuelos nada más mirando?
Viene a mi memoria la parábola de los talentos, Mateo
25:14-30; ¿Qué le diríamos a Dios al final de la cuarentena si se diera el
caso? ¿Cuánto habremos incrementado los talentos que nos otorgaron? ¿Seremos
mejores personas? ¿Habremos aprovechado bien el tiempo o lo habremos
desperdiciado en cosas inútiles?
No quiero parecer un aguafiestas, pero pienso que aún es
estos tiempos de baja actividad, hay tiempos para trabajar, tiempos para
divertirse, tiempos para descansar, tiempos para aprender y otros más. No se
trata solo de estar trabaje y trabaje, pero tampoco se trata de estar nada más
tirados en la hamaca porque al pasar todo esto, seguramente nos habrán subido
la vara de la competitividad y habrá personas que si se superaron y serán
mejores que nosotros en todos los sentidos y entonces, ¡atemblarsehadicho!
Te mando un abrazo fraterno y diferente para que tomes
fuerza y retomes las riendas de tu vida,
El Escribidor